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sábado, 7 de abril de 2012

SUICIDAS DE TERRASSA



En el kilómetro 335.95 de la línea férrea que una Zaragoza con Barcelona, cerca del apeadero de Torrebonica, entre Torre Alavedra y Mas Cornet, los empleados ferroviarios descubrieron a tempranas horas de la mañana los cuerpos decapitados de dos varones. La extrañeza de estas muertes aumenta al descubrirse en las ropas de uno de ellos una rara misiva que rezaba: “Los extraterrestres nos llaman. Pertenecemos al infinito”. Este breve escrito estaba firmado por “W.K.T.S.88”.

Con este titular tan llamativo salió la noticia en los principales diarios españoles el 21 de junio de 1972, un día después de tan inquietante suceso. Sin embargo esas cortas reseñas darían luz a la parte más oscura de la ufología, donde personas con vidas totalmente normales se convierte en auténticos desquiciados obsesionados por esta temática.


Las investigaciones abiertas por la policía consiguieron descubrir que ambos cuerpos, decapitados al colocar sus cabezas sobre los raíles, pertenecían a José Félix Rodríguez Montero y a Joan Turú Vallés. José Félix nació en 1925 en Aguadulce (Sevilla). Estaba casado y trabajaba como obrero textil. Residía en Tarrasa desde 1947 donde pasó a pertenecer tras su llegada a la iglesia evangelista, quizás buscando algo diferente que llenase sus inquietudes. España, por entonces, era profundamente católica, apostólica y romana.

Por su parte Joan Turú Vallés estaba soltero y trabajaba como ayudante de contabilidad. Había nacido en 1951 en Tarrasa y vivía allí con sus padres y hermanos. Estaba a punto de realizar el servicio militar y cercano a casarse con una chica con la que finalmente rompió relaciones.

Todo parece indicar que la noche anterior ambos hombres, posiblemente en compañía de más personas, quizás integrantes del auto denominado “amigos del espacio”, habían asistido a una de las charlas que el investigador Marius Lleget realizaba sobre ufología. terminada la conferencia celebrada en Sabadell Joan Turú formuló una pregunta durante el coloquio y al finalizar abandonaron el local.

José Félix había salido de casa el día 19 diciéndole a su mujer que iba a Sabadell para dar una conferencia sobre ovnis. Por su parte, Turú había llamado por teléfono a su empresa solicitando un permiso de trabajo por tener que realizar un viaje... ¡a Júpiter!

La expectación por estas muertes creció cuando se tuvo conocimiento de que antes de su partida “galáctica” los hombres remitieron una serie de cartas. Los destinatarios de dichos escritos fueron el ufólogo Marius Lleget, la ONU y dos amigos de Zaragoza, apasionados como ellos a los ovnis. Lleget se mostraría profundamente dolido al sentirse en parte responsable por la trágica muerte de aquellas dos personas.

El escrito que recibió decía lo siguiente:


<<"Señor. Hace ya algún tiempo que tenemos contacto directo con esos seres que, de una forma u otra, usted y todos los terrícolas han estudiado: los extraterrestres. Nos han ido mutando lentamente, aunque no en las mismas fechas; empero, ahora entienden, como nosotros, que somos unos extraños en este planeta. De ahí que nos LLAMAN, y que nosotros, identificados hace tiempo como amigos suyos, PARTAMOS con la alegría más inmensa que jamás soñáramos. Nos dirigimos al CENTRO GALACTICO.

En nuestro domicilio encontrará usted algunos apuntes, datos y notas que le servirán para enseñar al terrícola incrédulo (usted no lo es) que la VIDA PENSANTE se expande por todo el INFINITO UNIVERSO DEL INDEFINIBLE DIOS (...)

SABEMOS que nos creerá usted al instante de leernos, ya que si lo que nos hubiera apasionado hubiese sido la popularidad, hace ya tiempo que la tendríamos.

Un saludo kósmico.

W.K.T.S. 88


Adjuntamos carta para la ONU.>>


Algunas palabras venían en mayúsculas y escritas en rojo.

Junto a este escrito recibió otro dirigido a la sede de la ONU en Europa que ponía:


<<Señores: Estamos estudiando vuestro planeta desde tiempos remotos, y con nuestro grado de cerebración, incomparable al del terrícola, no concebimos el estadio estancado en que se halla el hombre. La comedia que observamos continuamente en ese planeta, cuando ya algunos terrícolas han llegado a otro mundo, es inconcebible. Nuestra intervención en la historia terrícola no ocurrirá hasta que la Humanidad presente se haya autodestruido, lo que no tardará trescientos años; será entonces cuando intervendremos en la historia del plantea, para que surja el nuevo hombre cósmico. De ahí que no tengamos ningún mensaje espacial para la solución de vuestros graves problemas. Inevitablemente iréis a la autodestrucción; de ahí que sigáis hasta entonces con vuestra comedia, con vuestra hipocresía, con vuestra tiranía.

W.K.D.K. por medio de W.K.T.S. 88.

Es para que se entregue en la ONU. Nos han encomendado que lo efectúe usted.>>


La carta a sus amigos de Zaragoza decía:

<<Terrassa, 19 de junio de 1972.

Amadeo Romanos y Labay.

Zaragoza.

Amigos: Sabéis que el tema de los OVNIS nos apasiona como a vosotros. Y esto desde hace mucho tiempo. Lo que no sabéis es el CONTACTO DIRECTO que desde el año 1970 tenemos con ELLOS.

Al recibir esta carta, seguramente que por algún medio de información sabréis que estamos con ELLOS, pues nos han llamado, ya que nuestra MUTACIÓN ES TOTAL y nos encontramos en la Tierra como dos Seres Extraños.

Sabemos que os hubiera gustado conocer todo esto, pero la popularidad no nos cae bien. Si ELLOS pensaran de la misma forma que los terrícolas, ¿no creéis que serían los más populares de nuestro Sistema Solar? De la misma forma teníamos que proceder nosotros.

Nos dirigimos al Centro Galáctico.

En nuestra biblioteca existen una serie de libros de literatura kósmica que os cedemos con el mayor placer, a fin de que estudiéis e investiguéis al máximo y, ¿quién sabe? Si algún día también os llamaremos.

Un saludo kósmico.

W.K.T.S. 88>>

La investigación policial fue breve pues estaba claro que aquello era obra de dos chalados aficionados a los ovnis pero hubieron datos que no fueron aclarados. Sin entrar en detalles de si los suicidas pertenecían al Centro de Estudios Interplanetarios (CEI), a la Sociedad Española Para la Investigación del Cosmos (SEPIC), a la Asociación ERIDANI, receptora de la información de UMMO, o a las apariciones del Palmar de Troya (Utrera, Sevilla), no quedó claro si el algodón que tenía en su mano José Félix contenía cloroformo o alguna sustancia parecida o quién pudo poner la nota de despedida sobre el cuerpo de uno de los fallecidos y no etre sus ropas como se dijo en un principio, puer era innegable este hecho tras haber sido arrastrados los cuerpos varios metros tras la acometida del convoy.


¿Pudieron haber sido sus amigos zaragozanos, los receptores de la cartas póstumas, los auténticos acompañantes de ambos hombres aquella fatídica noche del 20 de junio? ¿Serían las cartas alguna especie de coartada para ellos? Uno de ellos se tiraría con los años desde el balcón de su casa, quedando inválido ¿pretendía reunirse con ellos o nos encontramos ante una suerte de crimen ritual?


La investigación sigue abierta pues son muchas las dudas y los secretos que se esconden aún tras estas dos muertes.

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